25 de Mayo
El nivel secundario desea compartir con ustedes las palabras que el Profesor Miguel Zalnerauskas escribió y que leyó el alumno Ignacio Figueroa y que nos ayudaron a reflexionar acerca de una fecha tan importante como la que nos convocó.
Acto
Escolar – 25 de Mayo -
Profesor Miguel Zalnerauskas
La conmemoración de la
Revolución de Mayo de 1810 se nos presenta como una oportunidad única para que
los argentinos pensemos y reflexionemos juntos acerca de nuestro pasado,
presente y futuro.
Cuando miramos hacia el pasado que nos
constituye, lo hacemos desde el presente que habitamos. Las preguntas que
hacemos al pasado son las que nos preocupan en el presente. Por eso cada nueva
generación puede analizar un mismo hecho histórico desde perspectivas muy
diferentes. Si hoy nos preguntamos por la Revolución de Mayo de 1810 lo hacemos
desde los problemas de la Argentina de hoy.
Esta es
la razón por la cual es importante volver a pensar este hecho fundacional, a
partir de una mirada crítica, ya que no es tan importante saber si llovía o no
aquel 25 de mayo sino por qué se hizo la Revolución, cuáles eran las ideas de
aquellos hombres, que no eran tan “desinteresados” como cierta historia oficial
quiere mostrar.
Plantear el futuro con mirada histórica, desde la unidad y no desde la
división, desde la historia del conjunto del pueblo y no exclusivamente desde
las elites; desde una tradición cultural propia y un pensamiento nativo y
criollo y no sólo desde su exclusiva relación con ideas extracontinentales.
La Revolución de Mayo, como todas
las revoluciones políticas, sociales y económicas no nació un día, ni terminó
justo después de comenzar. Al igual que todas las revoluciones, no fue pacífica
ni estuvo libre de discusiones. Fue
un proceso histórico complejo que involucró grupos sociales, ideologías
políticas, prácticas colectivas. Fue un proceso que incluyó la violencia, la
guerra y también debates y diálogos sobre un proyecto político diferente al de
ser una colonia española en América.
Quizás sus
resultados no fueron los que soñaron algunos de sus gestores y la derrota de
esas ideas significó que no trajera consigo los cambios radicales que implica
una verdadera revolución. Podríamos hablar de una revolución frustrada.
Sin embargo, aquello que hubo de
revolucionario ese 25 de mayo está hoy profundamente cargado de sentido: la
idea de soberanía popular, la necesidad de poner fin a los viejos privilegios y
prerrogativas de sectores minoritarios de la población, la importancia de
buscar un camino conjunto para América latina en unidad y de impulsar su
desarrollo autónomo para terminar con la dependencia de toda nación extranjera…
Ese sentido, 202 años después, viene dado porque esa tarea está incompleta,
porque esos mismos desafíos hoy siguen vigentes, quizás más que nunca.
Pero hoy, igual que en aquel Mayo,
siguen vigentes también intereses mezquinos y egoístas. Es necesario por eso
comprometernos, trabajar con convicción por esos ideales, el legado más valioso
de la revolución. Celebremos el bicentenario luchando por hacer realidad aquel
proyecto, que a pesar de que muchos quisieron enterrar, sigue vivo en el
corazón de nuestro pueblo. Ese sí que es un motivo para celebrar.